«Venit in locum que dicitur a Trémulo». («Llegué a un lugar que llaman El Tiemblo»).
Así se expresó el Rey Garcia I de León al llegar por vez primera al Tiemblo.
Bajo aquella tierra que pisaban sus pies, germinarían las semillas que más adelante darían lugar a un majestuoso y mágico bosque de castaños, sotos de robles, servales, acebos y pinos centenarios.
Son bosques tan añejos y mágicos que están plagados de historias, anécdotas y leyendas.
En el mismo epicentro del castañar, sobrevive uno de estos gigantes longevos, conocido como “El Abuelo”.
Aún no reinaba Isabel la Católica, (que por cierto, se firmaría a tan sólo 9 kilómetros de allí, el famoso Tratado de los Toros de Guisando en el siglo XV entre ella y su hermano el Rey Enrique IV de Castilla). En dicho acuerdo, se reconocía la proclamación de ésta como Princesa de Asturias y, con ello, heredera al trono de Castilla. No existía el astrolabio y el mundo aún no era redondo, no existía América…., y sin embargo ya existía Él.
Retoñando año tras año sus ramas desde hace más de cinco siglos, resistiendo las sucesivas talas de su madera para fabricar con ella barricas, así como pequeños incendios en su tronco para ampliarlo y de esta manera acoger como refugio de las inclemencias del tiempo a pastores y rebaños enteros de cabras.
No es este el único caso en q las dimensiones de un árbol sirven como refugio.
Una antigua leyenda relata que en la ladera del Etna, al norte de Catania (Sicilia), no hace mucho que aún vivía el Castaño de los Cien Caballos, del cual se cuenta que guareció bajo su copa a la reina Juana de Aragón con otros tantos jinetes de su compaña.
En Poqueira (Granada), durante la guerra de las Alpujarras, un morisco tejedor habitaba en el tronco huero de un castaño, con su prole, su telar y todo el ajuar.
En Béjar (Salamanca), hacía lo propio un tornero, quien además ampliaba casa y negocio fabricando vasos con su madera.
En Hervás (Cáceres), otro castaño se aprovechaba para encerrar un toro…
Otros relatos, sin duda más fantásticos, narrados por Carlos Reviejo en su libro «Leyendas del Castañar» dicen así:
«Hace muchos, muchos años, llegaron al castañar algunas familias de duendes. Venían de las Tierras del Hielo, donde el sol nunca sale, y buscaban el calor de estos lugares. El Gran Protector del Bosque les recibió con alegría, y les dijo que podían ocupar los huecos de los árboles y las madrigueras abandonadas y que todos los frutos del bosque, así como las aguas de las fuentes y arroyos, estaban a su disposición. Pero a cambio, debían prometer que no saldrían de sus hogares las noches de luna llena. Quien no cumpliera la promesa, sería castigado. Los duendes prometieron cumplir la promesa y, durante mucho tiempo, fueron felices pero un día, al cabo de muchos años, la curiosidad les hizo querer conocer lo que pasaba en las noches de luna llena».
Tendréis que adquirir el libro para conocer el final de esta historia, si sentís la misma curiosidad que los duendes de este bosque ; )
Sólo me resta agradecer a Alfonso y Amigos y a mis propios Amigos y Compañeros, la estupenda excursión y ruta con la que nos han obsequiado por este maravilloso paraje. Por este frondoso reino encantado, en el que las hojas caídas tapizan y enmoquetan la senda sobre la q nos deslizamos veloces y a veces ruidosos hasta el punto de inicio y final de nuestra ruta.
Esta será una de las rutas que yo llamo inolvidables.
Muchas gracias por compartirla.
El resto de fotos en Flickr:
El track de la ruta en wikiloc:
http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=8110836
Saludos bikernautas
Marter
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