No siempre puedes tener todo bajo control.
Me gusta informarme de las rutas que vamos a realizar por varios motivos: Entre ellos está conocer de antemano el recorrido que nos espera, la longitud y duración para aprovisionarte de geles y alimentos energéticos, los desniveles para dosificarte, anticipar los cruces y desvíos de las sendas porque da mucha rabia retroceder sobre tus pasos buscando el track perdido y lo normal es que no estén señalizados. También me gusta saber si hay anécdotas curiosas , paisajes fotográficos, fuentes donde poder rellenar bidones de agua, etc… Cosas en general, que hayan pasado desapercibidas a quien subió la ruta en su día, para poder comentarlas o fotografiarlas y añadirlas para futuros bikers curiosos. Me gusta saber la víspera o incluso algunos días antes, que tiempo nos aguardará el día de la ruta y así equiparme con las prendas necesarias para no pasar frío, calor o humedad si pronostican lluvias. Incluso abortar la salida si el tiempo no acompaña. Esto creo que es lo más prudente que se debería hacer y que a buen seguro hace cualquiera que monte en bici o le guste patear montañas.
Pero esta vez me fallaron los cálculos. Como si de una pequeña teoría del caos se tratara, se desencadena un inoportuno catarro el viernes que me obliga a posponer la ruta del sábado día 3 al domingo día 4. Mis otros dos socios por estas tierras ya habían hecho sus planes y el domingo nos les cuadraba, así que nos quedamos tan solo Mary y yo, que, en amor y compañía, nos dirigimos de buena mañana hasta el punto de inicio de la ruta: Un precioso pueblo de la provincia de Burgos llamado Orbaneja del Castillo. Primer contratiempo, el grupo reducido.
Segundo contratiempo: El Clima.
Las previsiones atmosféricas eran favorables durante todo el fin de semana. Sin embargo el domingo amanecimos rodeados de una espesa e impredecible niebla que no nos abandonó durante todo el recorrido. Espera, he dicho niebla, domingo, ladridos, perros, voces, cazadores…..disparos???? Qué mal rollo dan los cazadores. Oyes sus voces entre las jaras y sólo los ves salir entre la bruma cuando están a escasos 5 metros de ti mientras meas y te juegas que te vuelen las pelotas con un tiro de postas. Ociosos y ofuscados por no poder cazar con niebla, achispados por los aguardientes matutinos que ayudan a sobrellevar la larga espera. Te miran soberbios al pasar a su lado, iracundos y amenazantes como se mira al forastero que acaba de llegar al pueblo y recorre la calle principal en los westerns. Porque tú y tu bici les va a espantar las presas y a joder un día de matanza. Te…..»aconsejan» no seguir adelante porque «se puede escapar un tiro», «tú no vas armado y tienes las de perder». etc…Tanto consejo metió el miedo en el cuerpo a Mary, que quería darse la vuelta de inmediato y aunque conseguí convencerla de seguir, hizo el resto del camino mirando de reojo y con las orejas alerta ante cualquier disparo en la lejanía, que los hubo.
Lógicamente las vistas desde lo alto de los cañones, a tomar por el cul….y las fotos también. Pero no me quejaré porque la bruma aportaba un ambiente fantasmagórico a las fotos que compensaba el problema de no ver grandes espacios abiertos. Otra vez será.
Contratiempo número tres : El estado del suelo. El Hielo y Las Zetas.
Hasta el momento todo había sido escalar, de hecho decidí hacer en ese sentido la ruta para quitarnos las subidas al principio y dejar las bajadas y lo divertido para el final. Las subidas estaban congeladas y las ruedas no tenían grip y las bajadas eran bloques de hielo pulido superdeslizante muy divertidas hasta que dabas el primer patinazo. Así que, con este panorama de hielo se nos hacía complicado aumentar la media de 6 Km/h. Sólo nos faltaba encontrar barro para que la jornada fuera perfecta y….lo encontramos ! El camino de barro arcilloso que se pega a los neumáticos convirtiéndolos en dos perfectas anillas de calamar rebozadas nos acompañó hasta justo antes de toparnos con un cortado de descenso vertical en forma de Zetas repletas de piedras sueltas, suelos rocosos, escalones, raíces y todo aquello que provoque que una vez más eches pie a tierra para no salir volando por encima del manillar. Pero claro , aquellos que montan en bici saben que el calzado de los ciclistas tiene unas suelas generalmente de plástico muy duro que no agarran nada bien en los terrenos pedregosos. Mal montado en bici y mal empujando. Doscientos metros de desnivel en escasos 2 kilómetros.
Tic..tac..tic..tac..
Contratiempo número cuatro: El equilibrio
La bajada de las zetas te deja en el pueblo de Valdelateja. El track tomaba una senda hacia la derecha, dirigiéndose por un estrecho camino hasta la estación hidroeléctrica El Porvenir, donde pasando un puente se vuelve por el otro margen del río hasta el pueblo de Valdelateja, pero por una pista mucho más ancha y bien compactada. Ahí estuvo el cuarto y último contratiempo. Habíamos perdido mucho tiempo subiendo por caminos helados o llenos de barro, descendiendo a pie profundos barrancos . Aquí debí atajar y evitar este tramo del cañón. Pequé de exceso de confianza en sus progresos, cierto es que su evolución es rápida y buena, que es perseverante y tenaz. Pero hay detalles que aún ha de perfeccionar y en este caso es el equilibrio y la seguridad necesaria para rodar por un estrecho pasillo repleto de maleza a la derecha y con una caída vertical de varios metros de altura hasta el río por la izquierda y sin el miedo atroz a dar un «volantazo» y caer al agua. El tramo de ida caminando se hace angustioso y no la quiero presionar porque la conozco y sé que lo da todo, pero avanzamos lentamente, mucho más despacio que caminando ya que vas empujando una bici entre una espesa maleza que te engancha y te retiene. Las fuerzas te van abandonando, has agotado tus frutos secos, la última barrita energética, una chuche de glucosa que tenía reservada para un momento delicado…Estás en lo profundo del cañón, rodeado de vegetación, no hay cobertura de móviles, nadie sabe desde hace horas dónde te encuentras porque no has enviado mensajes ni hecho ningún tipo de conexión. En parte porque no hay cobertura. La luz va abandonando el cañón, miras el reloj. Tic..tac..tic..tac…el tiempo pasa, pero los kilómetros no. Miraba hacia atrás mientras la esperaba y la veía acercarse lentamente, con el gesto serio, sufriendo, deseando poner fin a esa pesadilla que no termina nunca. Intentaba tranquilizarla con la proximidad del puente (más lejos aún de lo que desearía) donde podríamos cruzar el río y tomar un camino amplio y rápido de regreso. Empecé a plantearme la posibilidad de hacer noche en el barranco, así que comencé a buscar con la mirada posibles cuevas entre las paredes del cañón. Tic..tac..tic..tac.. la escasa luz del día desaparecía y bancos de niebla descendían hacia el río.
La visión del puente fue reconfortante y he de reconocer que respiré aliviado. Desde allí parte una pista de arena que a nosotros nos pareció la M-30. Nos permitió rodar un poco más rápidos, no demasiado porque las fuerzas eran pocas, incluso en descenso se hacía difícil imprimir velocidad. De repente oímos un ruido fuerte..era un coche, una carretera! Estábamos salvados! Ni lo dudamos, los últimos siete kilómetros abandonamos el margen del río, la espesura de la vegetación, la penumbra y los hicimos paralelos al track, pero por una ancha,lisa, amplia y asfaltadísima carretera negra con rayas blancas que nos condujo hasta el punto de destino y punto final de la ruta.
Quiero remarcar que la ruta es una delicia, preciosa en todos los sentidos. Recomendable cien por cien tanto técnica como paisajísticamente, pero es necesaria una preparación media alta para terminarla sin problemas.
Yo sufrí por ella. Aunque a estas horas ya se la ha olvidado y tan solo recuerda lo bonito de una jornada de puro MTB.
Para colmo, no vimos el partido del Madrid..que perdió.
Besos y perdón por llevarte al límite.
El resto de fotos con resolución potente pinchando el enlace de Flickr:
El traca-track de la ruta en wikiloc
http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=8583797
Marter
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