E-Bikernautas

Iniciamos la 4ª salida buscando el arte románico y esta vez ponemos rumbo al sur en un recorrido total de 35 Km.

Una vez más la ruta comienza en la plaza del centro del pueblo junto a la Colegiata de San Miguel en la que  confluyen los estilos tardorrománico, gótico, renacentista y barroco herreriano y tan solo la portada occidental es un sobrio ejemplo del románico de transición. Como ya hablamos de ella en la primera de nuestras rutas no nos extenderemos que hay mucho que ver en la provincia. Seguiremos el bonito y frondoso camino entre choperas que ya tomamos en nuestra  primera ruta y que discurre paralelo al curso del río Pisuerga hasta llegar al pueblo de Villaescusa de las Torres, a los pies de un monumento natural de origen kárstico llamado Las Tuerces. Atravesaremos el pueblo y nos introduciremos por el cañón, que da acceso,  tras una pronunciada cuesta no excesivamente larga pero que si nos hará entrar en calor,   a las caprichosas formaciones geológicas que durante siglos han tallado los elementos.  Estas formas pétreas, algunas de las cuales tienen nombres tan gráficos como Peña Mesa, coronada por una cruz de hierro, la Tuta o el Perro sentado, asemejan una pequeña “ciudad encantada” llena de callejones, pasillos y grutas que se entrecruzan formando una especie de laberinto donde no siempre resulta fácil llegar, ya que a veces cierra el paso la vegetación espinosa o una profunda grieta de mar petrificado que los geólogos llaman lapiaz.

Hemos dejado vagar nuestra mirada desde esta privilegiada atalaya,  asomándonos al Pisuerga,  a la Vega de Aguilar y su embalse, al monte Cildá, que conserva vestigios de asentamientos romanos en la antigua capital cántabra Vellica, que una vez tomada por los romanos tras una cruenta batalla, sería una importante ciudad.  Y a lo lejos, seguramente cubiertas de nieve,  hemos divisado las montañas  de Fuentes Carrionas, de las que Plinio el Viejo dijo, en su Naturalis Historia «En el campo carrinense de Hispania fluyen, una junto a otra, dos fuentes: una de ellas arroja todo lo que se le debe y la otra lo absorbe»

Nuestra ruta continua bordeando el pinar,  por un camino forestal, en una bajada continuada amplia y con buen firme hasta encontrarnos con el Arroyo de los Pradillos, donde viraremos en redondo y seguiremos este nuevo camino de concentración entre trigales, hasta un nuevo desvío a mano izquierda que nos conducirá hasta el conocido como Cañón de la Horadada.

Aquí tan sólo es posible acceder a través de un arco de piedra transitable,  como si al cruzarlo nos transportásemos a un  mundo perdido. El camino queda reservado al río y a la vía del tren. Hasta alcanzar la antigua central hidroeléctrica que acoge un centro de estudios de románico, tan solo podemos ceñirnos  al farallón rocoso por un camino que llega a las muchas cuevas que salpican el desfiladero y en cuyo interior se han encontrado abundantes restos arqueológicos, sobre todo procedentes de la Edad del Bronce.

Sigue la ruta por una apacible senda  flanqueada de chopos hacia un camino paralelo al cementerio que nos conduce hasta el segundo núcleo urbano: Mave y su iglesia de San Lorenzo. 

No nos detendremos aquí puesto que  tras una recta de un par de  kilómetros  nos aguarda el Cenobio Benedictino de Santa María de Mave.  Donado en su día por el conde D. Sancho, en resolución que ratificó ulteriormente la reina Dª Urraca, en 1155 a Don Cristobal, Prior de Oña “de un mi monasterio que se llama Santa María de Mave el cual monasterio está situado y fundado sobre la ribera del rio que se llama Pisuerga con sus términos que van de las aceñas al pajar e a quintana e allende del arroyo de montenegro hasta el camino de rocines e por el lomo a la cabaña e por derecho al alto que se llama torrejón e pro el valle profundo así como discurre e caye el agua derechamente al rio de Pisuerga eternamente así como fue determinado de los antiguos poseedores”.                   No podemos dejar de visitar El Hotel rural El Convento, en la parte trasera del templo. Hoy en día reconvertido y dedicado a otros menesteres,  podemos disfrutar de un merecido descanso en sus cuidados jardines o  incluso de pernoctar en sus habitaciones.

Ya en camino de regreso al punto de origen y a tres kilómetros de aquí, nos encontraremos con la localidad de  Olleros de Pisuerga.  Famosa por su fiesta declarada de Interés Turístico Regional en 1994  conocida como  «Gran paella Ollererense»,  y porque alberga el mejor ejemplo de eremitismo rupestre de nuestro país, en  su Iglesia tallada en la roca  Justo y Pastor. Iniciada hacia los siglos XI o X, por mozárabes que huyendo del Islam llegaron a esta zona y excavaron un primer lugar de oración. Fuera del templo, en la propia roca en que se excavó, y alrededor de otras pequeñas celdas, pueden reconocerse un buen número de sepulcros antropomorfos tallados en la roca. También encontraremos aquí  la modesta  Ermita Santa María de origen tardo románico.

El clima y el entorno invitaban a permanecer más tiempo en este lugar, pero aún nos faltaban por ver un par de localidades. Desde aquí, tomaremos un camino que discurre paralelo a la autovía A-67  y que nos conduce a la población situada en una pequeña loma. Por consiguiente, su nombre no podría ser otro que…  Lomilla y su Iglesia de San Esteban.

Tres kilómetros más adelante y tras cruzar la Autovía por un paso inferior, nos topamos con Valoria de Aguilar y su Iglesia San Miguel

Como si de una norma no escrita se tratara esta localidad dista también tres kilómetros de Aguilar de Campoo, principio y fin de nuestro recorrido. Una ruta que conjuga el arte efímero creado por el hombre y el arte grandioso e infinito originado por la naturaleza.

El traka-track de la ruta:

http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=8981182

Espero que os haya gustado.

Marter