Debió de ser realmente duro el invierno este año en las tierras del norte de Palencia. Allí por donde pasamos, pudimos comprobar que aún quedan numerosos rastros de los destrozos causados por el temporal de nieve. Bosques enteros de robles con sus ramas quebradas y sus troncos tronchados en vertical debido al ingente peso de la nieve acumulada en sus copas. En las cumbres, perduran neveros de varios metros de altura, que varias semana más tarde, aún invaden las pistas dificultando el paso. En los valles, caminos atestados de barro y lodo. Pantanos rebosantes de agua embalsada, ríos caudalosos prestos a desbordarse sobrealimentados por el deshielo. Restos de alpacas de hierba, arrojadas desde helicópteros, proporcionaron alimento a la cabaña ganadera y a la fauna salvaje y ahora permanecen diseminadas por las laderas de las montañas. Y por supuesto, también esparcidos por aquí y por allí, restos de ganado devorado a su vez por clanes de lobos. Los eslabones perfectos de una escala trófica que este año hacen bueno el dicho de «Año de nieves, año de bienes».
La Senda del Oso es la ruta que afrontamos mi mujer Mary, mi cuñado wiki-carli y yo. Una ruta circular de 48 kilómetros, de nivel físico exigente, sobre todo por la cantidad de nieve. Visitamos el pantano de Arbejal, la Abadía de Lebanza y el Bosque Fósil. Además de varias iglesias románicas que incluiré en un apartado de este blog, llamado Rutas ciclistas del Románico Norte siglo XXI, que ya dispone de 4 itinerarios ciclables.
Iniciamos la ruta junto al camping de Cervera de Pisuerga, donde se encuentra el único oso que afortunadamente encontramos en nuestro camino.Tras unos primeros kilómetros rodando en paralelo al caudaloso curso del río Pisuerga, nos adentramos en un paraíso forestal denominado Parque Natural de Fuentes Carrionas y Fuente Cobre, nacimiento de los ríos Carrión y Pisuerga respectivamente. Un denso sotobosque de árboles y arbustos de ribera nos conduce hasta la carretera que corona el Embalse de Requejada, Desde éste contemplamos el valle que se extiende aguas abajo, tras el potente chorro que mana de sus compuertas inferiores. Asomándonos por las barandillas que flanquean el embalse, nos preguntamos cómo sería el espectáculo de ver la caída del agua por las descarnadas paredes de las compuertas superiores.
Desde aquí nos espera un camino de 6 km. de prolongada subida, con un porcentaje importante y piedra suelta. Toca resoplar. Nos detenemos un instante al comienzo de la ascensión, para contemplar lo que parece ser una osera sin «inquilino», pero desde esta privilegiada atalaya se divisa una gran extensión del valle y del embalse a ambos lados.
Continuamos nuestra ascensión hasta alcanzar los 1.411 metros de altitud, el punto más alto de la jornada, siempre entre frondosos bosques y con la imagen del pico Curavacas o Peña Labra como decorado de fondo.
Las primeras «islas» de nieve hacen su aparición ante nuestro regocijo. Quién nos iba a decir que aumentarían en número y extensión en escasos metros, provocando el famoso y odiado empujabike de nuestras bicis.
Desde la cima, avistamos La Abadía de Lebanza. Hacia ella nos encaminamos atravesando praderas alpinas, confiando en un largo y rápido descenso. Craso error, las lenguas de nieve también invaden el camino de bajada que nos obliga a desmontar de nuevo y a las puertas de la abadía se tornan en un monumental barrizal que sorteamos como unos campeones.
La abadía tan solo abre sus puertas como colonia durante temporada estival y dispone de un espacio y unas vistas privilegiadas.Ejem ejem…se impone un Pee with a view ; )
Decidimos que ese sería un buen lugar donde reponer energías. Aún permanecen diseminados por sus praderas restos equinos con los festines que debieron darse los lobos durante los días de aislamiento que sufrió la zona.
Desde la Abadía hasta San Salvador de Cantamuda es un descenso por carretera. Allí encontramos una de las joyas del románico Norte. La iglesia que lleva su mismo nombre.
El último tramo de la jornada es una exigente subida de 3 km hasta el Bosque fósil. Comienza junto a un riachuelo de aguas de color cobrizo que desciende de la montaña tiñendo de color teja todo cuanto toca a su paso, El ascenso finaliza frente a un tramo de pared de roca arenisca vertical debido a las deformaciones, con una longitud de 180 metros por entre 8 a 12 metros de alto, donde se ven claramente los troncos y tocones de los árboles que formaban este bosque en el período del Carbonífero. Alguna riada provocó que los árboles cayeran, pero la magnífica conservación ha permitido a investigadores de todo el mundo estudiar esta pared, convirtiéndola en uno de los ejemplos más importantes a nivel mundial de paleobotánica.
Y ya no resta más que disfrutar de una preciosa bajada…Por fin!! Siguiendo un serpenteante sendero, entre los troncos del bosque, sorteando algunos árboles caídos en mitad del trayecto y una pareja de asustadas ciervas que se cruzaron a escasos 5 metros frente a nosotros. No hice ni una foto de este tramo para disfrutar la bajada sin interrupciones. El resto, es una bajada rápida pero esta vez por carretera hasta Cervera de Pisuerga.
La ruta es una maravilla, una saturación de naturaleza en estado salvaje, el paisaje, las vistas, el clima y los socios de 10. Mary es una campeona que progresa en cada salida que hacemos. Me siento orgulloso de su tesón.
Todas las fotos calidad original:
El traca-track de la ruta:
http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=9185946
Sin cámara de vídeo no hay caramelito final, lo siento ; (
Saludos bikernautas
Marter
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