Repetimos por segundo año consecutivo una ruta por los Picos de Europa. Lleva camino de convertirse en una tradición a la que acudimos los mismos del año pasado, con la incorporación de Mary y la ausencia de Guel que andaba cresteando por otras montañas no lejos de allí. Al final nos encontramos todos en Potes, comiendo en Casa Cayo, un barreño de sopa y cocido lebaniego insuperable. Esto también se está convirtiendo en tradición.
Hay que madrugar, mucho. A las 6:20 de la mañana ya estaban las bicis montadas en los coches y Mary, Carli, Chuchi y yo de camino hacia la estación de servicio de Ojedo, punto final de la ruta y con lavadero de bicis, puesto que imaginábamos barro tras las lluvias caídas los últimos días. A las 8:18 h. nos encontramos con Nacho, el quinto miembro de la expedición que venía desde Santander. Dejamos allí aparcado uno de los tres coches que luego nos serviría de lanzadera para subir hasta el parking de Fuente Dé y recoger los otros dos. Hasta el momento, la teoría era perfecta y la planificación se sincronizaba con precisión militar.
El teleférico se reserva el derecho de impedir el paso a las bicis a partir del segundo viaje, aunque este año la niebla y las malas previsiones de lluvia hicieron desistir a muchos turistas acercarse al teleférico. Nosotros confiamos una vez más en la combinación de previsiones de Meteoblue y Mónica, la infalible mujer del tiempo en TVE, y acertamos. Este año, 10 € por cabeza cuesta el billete de subida y 18 el de ida y vuelta. Sorprende salvar esta pared vertical desde las praderas de Fuente Dé hasta la estación superior situada a 1.926 metros de altitud. 753 m. de desnivel en apenas 1.640 m. de recorrido de cable. No te acostumbras a la sensación que causa ver todo tan chiquitito desde ahí arriba, suspendido de un cable. sobre todo cuando a escasos metros de la llegada parece detenerse porque no puede seguir más, pero tranquilos que llega. Tuvimos un día perfecto, un tanto frío a esas horas que nos recordó etapas invernales y una niebla matinal que nos privó de las espectaculares vistas desde el mirador del cable y desde el mirador de Peña Olvidada, para mí es una de las imágenes más bonitas que recuerdo del año pasado: el pequeño chalet Real rodeado de praderías verdes y preciosas montañas de más de dos mil metros.
Semejante madrugón y el frío, nos piden ya un café caliente en la cafetería El Cable. Revisamos los GPS, nos abrigamos, hinchamos las ruedas, el «avituallamiento» de embutidos y la bota de vino que me dejó mi padre, acabó en la mochila de Chuchi que estaba vacía y comenzamos la ruta.
La pista por la que circulamos es amplia, de argayo, piedra suelta, un poco erosionada tras el invierno, muy húmeda por la intensa niebla «resmeona» (vocablo palentino que define una niebla tan densa y tan húmeda que parece que llueve) los neumáticos en las piedras resbalan, teniendo en cuenta que todo es bajada muy rápida, pusimos mucha atención en ella. Los dedos se entumecen y Mary apenas consigue apretar el freno. La cambio sus mitones por mis guantes largos y la cosa mejora hasta que llegamos al refugio de Áliva donde nos refugiamos, valga la redundancia, para guarecernos del frío más que para tomar otro café,que si tomamos.
A la salida del refugio, perdemos el track del GPS y seguimos bajando a ciegas por pista, hasta el cruce que te conduce a Sotres en Asturias o Espinama en Cantabria. Allí recuperamos el track correcto tras visitar y tañir con mucha maña la campana de una pequeña Ermita, Virgen de la Salud, situada en medio de los Puertos de Áliva. La niebla empieza a levantar y el espectáculo comienza!
Hemos bajado por las divertidas praderas hasta la ermita y hemos de subir por el camino hasta la pista que nos conduce hasta nuestro siguiente punto de agrupamiento en la abertura rocosa de La Portilla del Boquejón. La verdad es que paramos cada 500 metros porque no puedes dejar de admirar y fotografiar este espectáculo de la naturaleza. El paso de la Portilla nos deja en los invernales de Igüedri, donde se recoge el ganado que baja de los puertos a la llegada del invierno.
Aquí disfrutamos de las vistas del pico Valdecoro y en la veloz bajada pasamos de largo el track original que debería llevarnos según nos comentó más tarde Guel, que se conoce cada senda,sendero y recodo, por un pequeño single-track que discurría por mitad del valle, entre los bosques hasta las praderas de Fuente Dé. Ese camino lo estuve viendo desde la pista por la que circulábamos en varias ocasiones y otras tantas veces estuve tentado de dirigirme hacia el para tomarlo, pero no me atreví a meter a mis compañeros en andurriales inciertos. Me resarciré en breve,porque tiene pinta de ser una delicia suprema.
La bajada por pista no tiene desperdicio tampoco, es muy frondosa y toda ella es una bajada vertiginosa. Los discos de los frenos se vuelven de color violáceo, casi marrón y huelen a quemado. Creo que tengo que cambiar las pastillas para la siguiente ruta, estas ya han claudicado . El único problema de seguir esa pista, es que llegas a Espinama y has de subir por carretera hasta Fuente Dé, para retomar allí de nuevo el track por la Senda GR-203 y el PR-26.Una delicia de camino siguiendo los contornos de las montañas, entre hayedos que en otoño han de tener un aspecto impresionante y que tras unas intensas revueltas al comienzo es todo descenso hasta Cosgaya.
Tras dicha subida, aprovechamos en una balconada del terreno, frente a la imponente estampa del circo de Fuente Dé, para dar buena cuenta del jamón, el chorizo y el vino, que se estaban recalentando en la mochila. Qué rico sabe todo en el monte!
Este camino lo hicimos el año pasado en sentido inverso, de subida y recordaba bastantes zonas por donde pasamos. Al llegar a Cosgaya tan solo resta bajar por la carretera hasta la gasolinera donde dejamos el coche-lanzadera aparcado, peeero……las llaves se habían quedado 20 km más arriba, en el parking del teleférico. Total, un taxi nos sube hasta los coches, otros 20 km de bajada y tras meter las bicis dentro ya lavaditas, nos dirigimos a Casa Cayo donde nos esperaba un cocido lebaniego y Guel, que al terminar su tremenda ruta por San Salvador de Cantamuda, intuyó dónde podría encontrarnos y acertó ; )
Y así, contándonos las experiencias del día unos y otros, y citándonos para próximas salidas, nos despedimos y regresamos a casa por el camino corto de Piedrasluengas.
Nueve estrellas de valoración para esta ruta, casi el doble de las estrellas que suelo dar a mis rutas favoritas, porque me faltaron las vistas desde los miradores y un par de senderos despitados y me sobró la niebla resmeona . Por lo demás, una ruta inmejorable.
Todas las fotos en calidad original en Flickr:
El track en Wikiloc:
http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=10414448
Un saludo bikernautas
Marter
Deja una respuesta