La atronadora guitarra de Neil Young nos introduce en un entorno duro y rocoso, sembrado de lanchares y plagado de estrechos senderos, flanqueados por jaras y muchas rocas. La ruta elegida es La Matanza.
Retomamos por fin los antiguos martes rocieros. En esta ocasión, con una nueva montura, que sin duda deleitará a su dueña en próximas correrías. Nada mas abandonar el pueblo de Cabanillas de la Sierra, nos encontramos un sendero flanqueado por la valla que delimita un campo de golf de hierba artificial. El camino, empieza divertido, zigzagueando entre centenarios montes de encina, magníficos enebrales, amplios prados con hermosas fresnedas explotadas sosteniblemente desde hace siglos, antiguos campos de labranza y un sinfín de especies aromáticas de monte bajo , predominante en esta zona, como jaras, cantuesos, tomillos y retamas, sin olvidar los espectaculares bosques de ribera junto a los arroyos. Continuamos un trecho por la ecológica Ruta del Toro, en honor al primer toro de Osborne colocado en España hace más de 50 años.
Un giro de 90º nos aleja de la A-1 así como de visitar ese icono de nuestra cultura patria. Atravesamos la antigua carretera N-1 y una pista nos acerca, tras pasar una antigua calleja, a rodar por una de las zonas más divertidas de la ruta, El Lanchar de la condesa, rodeando una antigua cantera de piedra abandonada, sorteando grandes lanchas de granito.
No es complicado, tan solo has de meter algún golpe extra de riñón, retrasar tu cuerpo ante los escalones y seguir la trazada por la roca desgastada de anteriores «Matanzas». Tras este primer tramo de lanchares, encontramos el segundo que también lo atravesamos entre las rocas, y aquí nos tomamos el primer respiro de la jornada, si lo podemos llamar respiro. Una bajada de un kilómetro que nos sitúa en la última subida hasta el pueblo de Valdemanco. Tras atravesar el túnel de la vía férrea, me sobrevino un bajón físico como nunca antes había sentido ( Mesieur Mazo que dice Perico Delgado). Se impone un avituallamiento. Descartamos hacer el recorrido largo subiendo el Medio Celemín por temas de horario y volvemos a pasar el túnel y bajamos paralelos a la vía del tren hasta encontrar un nuevo paso bajo las vías. Cruzamos de nuevo por debajo de la vía del tren y emprendemos la subida hasta el punto más alto de la ruta. En realidad es un rodeo de dos kilómetros y medio al Lanchar del Pajarito con una subida exigente por lo castigados que íbamos ya, pero que sin embargo te reserva una agradable sorpresa en forma de bajada rápida durante cuatro kilómetros, por terreno bastante roto al principio, seguido de los ya famosos lanchares con sus correspondientes escalones esta vez en descenso y acabando entre tapias. Muy divertido, pero evitad relajaros.
Tomamos una pista amplia, para lo que se estila en estos lares, llamada Camino de Guadalix. De golpe nos encontramos un tramo de ascenso bastante técnico y exigente, que una vez superado, nos sitúa en un desvío a la derecha, para bajar durante cinco kilómetros el tramo más complicado y a la vez más divertido de toda la mañana. Escalones, cortados, piedras, torrenteras…., ideal para poner a prueba la pericia y técnica.
Así hasta llegar al arroyo de Aldalá, donde nos encontramos tras superar el arroyo, un fuerte repecho que te deja extenuado definitivamente si no lo estabas ya.
Desde aquí, tan solo seguir las pistas y algún sendero muy bonito entre bosques y callejas, hasta el punto de partida.
Conclusión: Se necesita nivel físico alto, puesto que ni siquiera en los tramos de descenso puedes bajar la guardia ya que el terreno está muy roto y es un continuo rompepiernas. Con bicicleta rígida se debe de sufrir bastante salvo si eres un Pro o tienes el culo como un mandril. La ruta es una preciosidad para quien le gusten los tramos endureros con pasos técnicos. A mí me encantó. Hace tiempo que no valoraba una ruta y a esta la voy a dar cinco estrellas.
Saludos bikernautas
Marter
Muy buena la cronica.
Una ruta que me apunto para hacer más adelante😜
Un saludo
Nati
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La disfrutarás.
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