Ahora, que tras un año de paciencia, resignación y mimos había conseguido despertar en ella su afición por el MTB. Ahora, que tras meses y meses de acompañarla, ampliando los perímetros y la dificultad de las rutas iba adquiriendo fondo y destreza. Ahora, que disfruta por los «andurriales», que no siente repelús al meterse por el «barrusqui», que ya no la importa que los charcos salpiquen su «chaquetita blanca», que afronta a su ritmo los desniveles de las montañonas, sin «atufarse». Ahora, que tiene asumido que mojarse bajo la lluvia es parte de un juego divertido, que recorrer kilometradas por los caminos polvorientos bajo un sol de justicia, es el precio a pagar por visitar lugares inalcanzables de otra manera. Ahora, que ha cogido el gustillo a comprar ropa de ciclismo que combine con el color de su bici o su casco, porque no se pierde el eterno femenino en el mundo ciclista de las badanas y los cascos. Ahora, que frente a una cerveza hablamos de la rutas que hicimos, rememorando las batallitas como si de un colega se tratase. Ahora que todo estaba en orden, me meto en un nuevo berenjenal con ella:
Ahora la meto en el lado oscuro, en el mundo del enduro.
Bien, veremos hasta donde llegamos en esta nueva etapa de exploración en lo que a disciplinas ciclistas se refiere. Superaremos nuevos retos, venceremos nuevos miedos, afrontaremos nuevos desafíos, aplicaremos nuevas técnicas de conducción, aguantaremos nuevos insultos e improperios varios, nos enfadaremos y nos reiremos. Pero esta vez no esperaremos un año para ver los resultados, entre otras cosas, porque mucho camino ya está andado y porque en dos meses vista, habrá que poner en práctica todo lo aprendido ahora para poder disfrutar durante siete días de los Pirineos, en el paraíso del Enduro por excelencia: La Zona Zero de Aínsa. Qué ganas tengo de estar allí!
Seguí los consejos de alguien que conoce bien aquella zona.
-«Si quieres que tu chica se aficione al enduro….Pardo, Pardo y más Pardo». Allí nos fuimos el domingo como plan B, pensando que la lluvia nos chafaría los planes previstos por San Ildefonso y porque el Madrid ganó la final de la Champions y alguno se propasó celebrándolo la noche anterior. Para madrugar estaban los cuerpos. Hala Madrid!
El Pardo es un lugar idóneo donde pasar una mañana sin demasiadas pretensiones, el terreno estaba fantástico, la vegetación abundante, nos dejamos ir a discreción y sin rumbo por cualquiera de las sendas y caminos que nos salían al paso. Unas veces muy divertidos, otras rápidos y en alguna ocasión cerrados por la falta de uso, con media vuelta incluida, además de la subida y bajada del Palomar como traca final, pero sin saltos. En definitiva una mañana muy agradable, practicando algunas cositas nuevas, sacudiéndonos un poco más el miedo cuando se inclina el camino, aprendiendo a sujetar la bici sin que se embale y derrape, pedaleando con eficacia en los cambios de plano y tras todo ello, la recompensa: una cerveza fría fría, con croquetas gigantes, justo antes de caer la lluvia anunciada en Meteoblue. Sincronización total.
No quiero acabar esta crónica sin acordarnos de nuestra amiga Rocío que sufrió un aparatoso accidente mientras hacía lo que más nos gusta a todos, montar en bici. Ánimo campeona!
El vídeo de la jornada aquí:
Saludos bikernautas
Marter
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