E-Bikernautas

Durante nuestra reciente ascensión a Valdecebollas días atrás, me asomé a uno de sus miradores en el Sestil Alto.  Desde allí arriba pude divisar la posibilidad de trazar una bajada que me llevara desde Peña Astia, en la misma cuerda de Peña Rubia, hasta Barruelo de Santullán. Con ese propósito salí hacia allí de buena mañana.

Lo que amenazaba con ser un día de niebla cerrada en las cumbres, se convirtió, a medida que tomaba altura, en una mañana climatológica y «endureramente» hablando, espectacular!

Dejé aparcado mi coche en las inmediaciones de Barruelo de Santullán, y subí durante tres kilómetros sin dejar la carretera, hasta Brañosera por el carril bici que tienen habilitado.

Allí tomé la carretera hasta el Alto de Grullos, donde se desvía y se estrecha  la carretera hasta el abandonado Refugio del Golobar. Desde ese instante,  encuentro a mi paso todo tipo de fauna, entre ellos un zorro que me sale al paso y huye asustado al verme llegar. En el  refugio abandonado a los pies del circo glaciar, decido explorar la bajada por el cauce del Arroyo del Canal, en lugar de desandar el trayecto como otras veces.  En el extremo del parking encuentro un paso hacia las praderas plagadas de ganado. Desciendo lentamente por las estrechas sendas, cruzando el cauce del arroyo a uno y otro margen, buscando los pasos más apropiados. Tras las praderas y senderos a media ladera, cuando comienzo a habituarme a ese terreno virgen, entro en un tramo de bosque bajo, casi cerrado, que me obliga a concentrarme de nuevo. Multitud de piedras y grandes ramas secas diseminadas a lo largo del camino provocan una conducción inestable. El traqueteo continuo me genera dolor de manos. Los tramos de monte bajo y praderas se suceden. Estas últimas tienen, a estas alturas del verano, la hierba tan crecida, que la posibilidad de tropezar con  piedras  y hoyos ocultos bajo ellas, es cada vez mayor. Reduzco la velocidad en una zona de mayor desnivel, que termina adentrándose en un tupido bosque de hayas. El suelo, a pesar de estar alfombrado por la hojarasca, mantiene el nivel de empedrado que «Tracy» surfea como se espera en ella.  El desnivel termina tras atravesar un arroyo que baja casi seco y entramos en otra zona de vegetación virgen, que vuelve a ocultar cualquier rastro de senda que seguir, lo que me obliga a rectificar en varias ocasiones el rumbo.

La sensación de soledad y naturaleza virgen es constante. En estas cavilaciones estaba, cuando mi rueda tropieza con una de esas piedras ocultas entre la hierba y salgo despedido por encima de mi manillar. Me doy cuenta que no puedo relajar la atención y que si deseo disfrutar del entorno, he de detenerme.

Sin consecuencias físicas aparentes continúo la marcha. Un ruido me advierte que en la caída he partido uno de los radios traseros. Solucionado este incidente, continúo por uno de los tramos que quizá sean más complicados de pasar y que a mi personalmente son las que más me gustaron. Tras atravesar una vez más el Arroyo, entramos en una pista ancha que transcurre de nuevo por el hayedo, donde suelto completamente los frenos y me lanzo a toda velocidad por ella, comprobando lo bien que se porta «Tracy».

Acabamos esta primera parte del descenso en Brañosera, tierra de brañas y osos y primer ayuntamiento de España. Aquí enlazamos con la preciosa Senda Pedrosa, que haría las delicias de cualquier endurero. Una senda rapidísima y limpia entre tapias y callejas, que contiene zonas técnicas de paso y  mucho flow. Muy disfrutona si no encuentras a tu paso una legión de senderistas que te obligan a aminorar la marcha….como es preceptivo hacer en estos casos. Claro que si.

Dejo en mi Wikiloc el enlace de esta bonita ruta para aquellos que deseen practicar el deporte del enduro y aventurarse en los prácticamente 10 km. continuados de descenso, inexplorados y vírgenes.

https://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=18747398

El vídeo en YouTube y Vimeo:

Saludos Bikernautas

Marter