Infinidad de veces he circulado en mi coche por la A-1 en dirección a mi pueblo y viceversa. Y siempre, al llegar a la altura de La Cabrera, apartaba ligeramente la mirada de la carretera y buscaba en este monte-isla caminos o senderos q lo surcasen entre las rocas plutónicas y macizos graníticos. Me resultaba impensable que en ese escenario berroqueño pudieran encontrarse sendas o caminos ciclables. Sin embargo, algo me hacía presagiar que entre aquellas moles de granodiorita y esos matorrales habría algo más. Efectivamente, mi desarrollado sentido arácnido no falló y pudimos disfrutar de una variada y sorprendente ruta .
Como ya es sabido , era puente festivo y una vez más hubo diáspora en el grupo de los habituales. Así q cada uno por su lado. Unos de fiesta de cumpleaños, otros de boda familiar (por cierto muy bonita y muy agradable y no lejos de allí), otros de viaje y no de placer precisamente, y mis amigos César y Rocío recorriendo prácticamente los mismos senderos, pero con 24 horas de antelación. Las sensaciones y comentarios que ellos me trasmitieron me animaron a realizar la ruta a pesar de unas previsiones climatológicas poco halagüeñas que afortunadamente no se dieron.
Así que tomé prestado de Wikiloc un track del Club Bikes 101 que me pareció asequible en kilometraje y desniveles para no alargar la ruta más de lo recomendable.
El Hostal el Cancho del Águila (Ctra. A-I , km 60,3 28751 La Cabrera – Madrid ) situado a los pies de la imponente silueta del Pico de la Miel, es un buen lugar como inicio de la travesía, parada y fonda. Tiene una explanada amplia, muy transitada por camioneros y gente de paso. Perfecta para dejar el coche «vigilado» mientras dura la travesía. Con un lavadero de bicis sería ya el no va más ; )
Desde allí iniciamos la andadura por un tramo de la antigua N-1. Tomamos el primer desvío a la derecha y atravesando algunas calles del pueblo encontramos los primeros caminos no asfaltados que ya no abandonaremos hasta llegar a Valdemanco.
Antes nos toparemos con las primeras rampas de subida por terreno escarnado y roto.
Las bonitas planicies y planchas de granito que invitan a jugar sobre ellas.
Y un camino de subida de cemento hasta alcanzar el Monasterio de San Julián y San Antonio, habitado y gestionado por misioneros Identes, pero que a esas horas intempestivas permanecían aún dormidos.
Aquí nos encontraremos un mirador panorámico desde el que disfrutar de unas espectaculares vistas del valle.
Desde Valdemanco comienza una subida constante y tendida de otros 3,5 km hasta coronar a 1.309 m. el collado del Medio Celemín donde se encuentra un paso natural de menor relieve que comunica Bustarviejo con el Valle de Lozoya. Allí debían pagar los vecinos de Bustarviejo que usaban este paso para llevar el grano a moler a los molinos de agua o aceñas que había en el Valle de Lozoya. La tarifa era de medio celemín de grano que los recaudadores del Señor de Buitrago se encargaban de cobrar a cada uno de lo vecinos que quisieran utilizar el paso. El que se negaba a pagar no tenía más opción que trepar por los riscos de La Cabrera o dar un considerable rodeo.
Me hacían la reflexión sobre lo poco que han cambiado las cosas hoy en día en cuanto a recaudar impuestos camuflados de peajes y tasas.
Muy bonita la ruta, una cronica superior y unas ganas locas de poder hacerla algún día esta vez si, todos juntos.
Ya espero pronto el timbre de nueno email para poder ver y leer la siguiente entrada.
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Gracias Roberto, ciertamente es una ruta sorprendente y divertida. Estoy seguro que en un futuro no lejano la haremos todos juntos y te gustará.
Cuando oigas el próximo timbrazo de tu mail, formarás parte del grupo de los protagonistas de la crónica.
Esta vez en el Hayedo de la Tejera Negra.
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